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flexibilidad por redundancia espacial. Un ejemplo son las habitaciones de uso
            indeterminado en los palacios renacentistas y barrocos. Esto hizo que en los 50
            surgiera una tendencia que apostaba por la neutralidad, y que proponía una
            arquitectura indeterminada o inacabada, asumida la imposibilidad de predecir los
            cambios futuros (L. Kahn. Laboratorios Richards, 1957) [1]. En 1979, Koolhaas
            se refería a este tipo de flexibilidad con motivo de su propuesta para la prisión
            de Arnhem, y la contraponía al ajuste estricto entre el espacio y el uso del
            funcionalismo:
            Tal vez la diferencia más importante y menos reconocida entre la arquitectura
            tradicional (1882) y la contemporánea se revela en cuán flexible es un edificio
            híper-monumental y derrochador de espacio como el panóptico de Arnhem, mientras
            que la arquitectura moderna se basa en una coincidencia determinista entre
            forma y programa… La flexibilidad no es la anticipación exhaustiva de todos los
            posibles cambios. La mayoría de cambios son impredecibles... La flexibilidad es el
            establecimiento de un margen o exceso de capacidad que permite interpretaciones
            y usos diferentes e incluso opuestos [2].

            En 1985 Jean Nouvel proyectó las viviendas sociales Nemausus en Nimes
            desde dentro hacia fuera, apostando por una flexibilidad por redundancia y
            proporcionando el máximo de espacio en bruto (un 30-40% más), para que los
            habitantes lo ocupasen como desearan. Esta abundancia de espacio se justificaba
            económicamente al reducir al máximo el coste por metro cuadrado, con el
            argumento de que la cantidad de espacio es más valiosa a largo plazo, que la calidad
            de los acabados [3]. El proyecto incluía 17 tipos de viviendas de 1, 2 ó 3 alturas, con
            un ancho de 5m y con doble orientación Norte-sur. Los accesos se facilitaban por
            una amplia galería al norte, comunicada con escaleras y ascensores, mientras que
            otra galería al sur, proporcionaba una terrazas a cada vivienda. Éstas se entregaban
            equipadas como un local comercial (escalera, tomas de electricidad, agua y
            alcantarillado) dejando la tabiquería a cargo del habitante, con la excepción de los
            cuartos húmedos, que se situaban en el centro del espacio o adosados a la medianera.

            Nemausus es también un buen ejemplo para presentar el tercer tipo de flexibilidad
            como estrategia política, que no sería un atributo del objeto construido ni del
            espacio en sí, sino del espacio en uso, algo fuera del control del arquitecto. Para
            Lefebvre, el capitalismo había impuesto categorías funcionales y esquemas
            abstractos al espacio que habitamos y con ello transformado el modo en
            que lo percibimos y vivimos, por ejemplo eliminando la posibilidad de la
            multifuncionalidad. Los arquitectos y la arquitectura habían sido cómplices de esta
            práctica y responsables de la llamada dominación espacial del capitalismo, y por
            tanto no tenían ningún papel en la realización de la flexibilidad que él proponía.
            El uso era un acto político dirigido contra la arquitectura.  El autor de La
            producción del espacio (1974), proponía reintegrar las funciones, los elementos y
            momentos de la práctica social, para recuperar una experiencia más compleja del
            espacio. Para resistir esta dominación espacial cabía promover la aserción de la
            libertad de uso y la conciencia de flexibilidad y multifuncionalidad del espacio por
            parte del usuario o habitante. Sólo mediante la apropiación se podía acabar con la
            tiranía del funcionalismo.



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