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para minimizar las consecuencias del mismo. Aunque nunca se han declarado
            abiertamente seguidores de Habraken, o de los postulados del Open Building
            [6] -posiblemente porque su pragmatismo les impide aceptar ninguna teoría, por
            abierta que sea- han demostrado intereses comunes en lo relativo a ofrecer al
            habitante la máxima libertad a la hora de ocupar su residencia, y han manifestado
            su admiración por obras como la Ökohaus de Frei Otto en Berlín [7], donde la
            división entre Soporte e Infill se manifiesta de manera muy explícita [8]. Pero lo que
            convierte a éste en un caso especialmente interesante para ellos, es la intención de
            proporcionar a la vivienda colectiva, las cualidades propias de una casa con jardín,
            donde uno puede degustar ‘el placer de habitar bien’, con sensación de fuga y
            amplitud, manteniendo una estrecha relación con el exterior. A diferencia de intentos
            anteriores de construir ‘parcelas en el aire’, en las viviendas de Berlín se utilizó
            el invernadero como recurso y solución necesaria en este clima, para incorporar
            con éxito el jardín en estas viviendas colectivas. Ahora bien, el invernadero no
            sólo aparecía como la solución técnica que permitía tener un jardín en la vivienda
            de la quinta planta, sino que además era un dispositivo bioclimático pasivo que
            se utilizaba para acondicionar la vivienda, pero que requería de la participación
            del habitante a la hora de aplicar una serie de operaciones, como abrir o cerrar
            ventanas y compuertas para obtener un aprovechamiento térmico diferente según las
            estaciones. La vivienda era por tanto flexible por medios técnicos y se transformaba
            termodinámicamente para aumentar el confort de sus habitantes, gracias a la
            movilidad de algunos elementos. La constante utilización del jardin d’hiver, desde
            sus primeras viviendas unifamiliares a sus viviendas colectivas, es prueba suficiente
            de la reconocida influencia de este proyecto en la obra y en el  modo de proyectar y
            pensar de Lacaton y Vassal. En sus proyectos de vivienda muestran una predilección
            por proporcionar la máxima superficie posible, reduciendo al mínimo el coste de la
            construcción y de los acabados, para ‘hacer lo máximo con lo mínimo’, como ya
            había dicho R. B. Fuller [9]. Esta desinteresada generosidad espacial es similar a
            la practicada por su mentor Jean Nouvel [10] en Nemausus, y la reconocemos aquí
            como un modo de obtener la flexibilidad por redundancia de la que también hablaba
            Koolhaas a finales de los 70. Sin embargo, en las viviendas de Lacaton y Vassal hay
            otro elemento clave, que se obtiene como resultado de aquella redundancia, que es
            el espacio de uso indeterminado, un ‘plus’ o ‘espacio extra’, que permite múltiples
            situaciones de uso y facilita la apropiación del habitante, perseguida como aquella
            flexibilidad como estrategia política, necesaria para obtener el espacio apropiado por
            excelencia: el verdadero espacio del placer [c].





            [Notas]

            [1] Los estructuralistas holandeses les acusarían de relativistas, y proponían como alternativa la
            polivalencia de una solución dada, que sin cambiar podía responder a múltiples usos.
            [2] KOOLHAAS, R. SMLXL (1995), pp.239-240.

            [3]  El equivalente a 1000€/m2 hoy.


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