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Aunque se ha puesto en práctica en numerosas ocasiones, su implementación
            a lo largo de los últimos 50 años ha sido más una excepción que una regla.
            No obstante, si lo observamos desde el punto de vista aperturista que requiere
            internet, el planteamiento de la vivienda como Open Building presenta una serie de
            características que responden al presente. En este caso, se destacarán dos:
            En primer lugar, mediante el sistema Open Building es posible entender la vivienda
            como un proceso, un entorno abierto el cual puede ir cambiando para adaptarse
            a nuevas condiciones. En un presente donde “Nos hemos vuelto nómadas de
            nuevo (…)” y “(…) El nomadismo de este tiempo tiene que ver ante todo con la
            transformación continua y rápida de los paisajes científico, técnico, profesional
            y mentales”(Lévy, 1997) la necesidad de plantear viviendas con capacidad de
            adaptación a nuevas situaciones parece irrefutable.
            En segundo lugar, el sistema Open Building da la posibilidad de empoderar al
            usuario y que este pueda decidir sobre su entorno construido. Este hecho resulta más
            controvertido que el anterior, puesto que supone una serie debates desde el punto de
            vista deontológico. ¿Deben los arquitect@s delegar el control de sus edificios sobre
            el usuario?, ¿Dónde está el límite entre las responsabilidades que deben asumir los
            arquitect@s y usuarios?...  Sin embargo, tal y como se expondrá a continuación,
            estas cuestiones deontológicas se diluyen debido a las condiciones generadas por la
            red global abriendo una puerta a nuevas formas de colaboración entre usuarios.



            La subyugación de los usuarios

            En los casos tradicionales de Open Building el usuario suele requerir generalmente
            de cierta asistencia de profesional, por ejemplo, tal y como ocurrió en los
            paradigmáticos casos de las viviendas Öko Haus o Next 21 donde el arquitecto hacía
            de mediador entre los deseos de los habitantes y su materialización. No obstante,
            desde los años 60 se viene especulando sobre la posibilidad de que dicha labor
            de mediación pudiera estar desempeñada por computadoras (Negroponte, 1970)
            (Friedman, 1973) (Allen, 1974) con el fin de emancipar al usuario. Pero no sería
            hasta el 2001 que la idea de usar interfaces digitales para empoderar a los usuarios se
            llevaría a una práctica real.

            El caso en cuestión se trata del proyecto Sato Plus Home en Arabianranta (Helsinki)
            del despacho de arquitectos Ark Open en el 2001. El proyecto Sato Plus Home
            son dos bloques de viviendas Open Building que estuvo coordinada a través de
            una plataforma digital online desarrollada por la consultora Tocoman. Mediante
            esta plataforma se integraba a los diversos profesionales que formaban parte del
            proyecto (arquitectos, constructores, ingenieros, organismos públicos…). Los
            futuros usuarios de las viviendas también fueron integrados. Estos mediante la
            plataforma tenían la posibilidad de tomar una serie de decisiones sobre su vivienda.
            Los futuros habitantes tenían la opción de personalizar sus viviendas eligiendo
            distintos parámetros, como tipologías, situación en el bloque, tamaño, distribución
            o materiales, mientras que en tiempo real podían ver la repercusión que tenían sus
            elecciones en el costo final de la vivienda (Nagore, 2011).


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