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De las teorías open building hacia la arquitectura basada en el tiempo

            En la vanguardia de esos años 60 aparecen figuras clave que abren el campo hacia
            la colaboración de los no expertos. John Habraken es el arquitecto que ha tenido
            más repercusión en este aspecto, quizá porque su propuesta es abstracta (permite
            trasladarse a proyectos y tiempos diversos), quizá porque es más metodológica
            que formal (no pretende inventar nuevos tipos de vivienda), quizá porque se  puso
            realmente en práctica y no era solo una investigación utópica (alrededor de su grupo
            de investigación SAR se construyeron propuestas concretas).  Sea como sea, su
            intuición fue la más temprana y brillante.

            Su teoría se explica de manera sencilla: propone la separación en niveles según la
            toma de decisiones durante el proyecto, independizando lo más colectivo (support
            / soporte) de lo más individual (infill /relleno o out fit / equipamiento) [a]. De esta
            manera,  los técnicos (arquitectos)  podrían proyectar la parte colectiva (soporte) y
            los usuarios podrían hacer (solos o con ayuda) la parte individual, con la mínima
            interferencia entre ellos.

            En todo caso, Habraken no está solo. Algunos arquitectos y artistas exploran,
            casi al mismo tiempo, la separación entre infraestructura y equipamiento y abren
            nuevas posibilidades proyectuales desde esta disociación.  Desde el terreno más
            artístico Constant trabaja insistentemente en Nueva Babilonia. Yona Friedman
            diseña una teoría científica de participación en el diseño de la vivienda,  en su
            proyecto Flatwriter, que se incluiría como residencia en la Ciudad Espacial [b/c].
            Los metabolistas japoneses desarrollan modelos megaestructurales que admiten el
            cambio de sus cápsulas, construidos con éxito especialmente por Kurokawa, como
            la Torre Nagakin [d], el Pabellón Takara [e] o el restaurante drive –in restaurant [f],
            aunque también por Kikutake [g] en la misma exposición de Osaka.  Archigram, con
            proyectos menos desarrollados  pero mucho más divulgados, también explora (desde
            el inicio de la década) infraestructuras y equipamientos independientes (plug-in city,
            control & choice, rockplug & logplug, capsules home) [h/i/j/k].  Cedric Price abre
            sistemas de participación ciudadana, separando los equipamientos temporales, en
            casi todos sus proyectos (Fun Palace, Interaction Center y otros) [l/m].  Hertberger
            investiga en modelos reales colaborativos en las Diagoon Houses [n]. Un poco más
            tarde Lucien Kroll construye La Maison Médicale [o].

            Entre unos y otros añaden, a la inicial preocupación sobre estrategias de
            participación, el  parámetro que hoy nos parece más interesante recuperar: el paso
            del tiempo. Se comienza a pensar que la arquitectura puede entenderse separando
            diferentes subsistemas según la vida útil de estos. Así, aparecen diagramas según
            los niveles de permanencia de las posibles capas arquitectónicas [p]. Esta idea, la
            obsolescencia de algunas partes de la arquitectura frente a otras,  es lo que nos da pie
            a trasladar las inquietudes de los 60 a la actualidad.

            La arquitectura puede ser un conjunto de subsistemas que responden, no solo a un
            mismo nivel de control (de toma de decisiones, según la teoría Open Building) sino
            a una misma temporalidad o vida útil. Es decir, podríamos pensar que la separación
            no solo está entre los dos niveles de responsabilidad (soporte y equipamiento),



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