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Desde la práctica de CoLab, proponemos que los estudiantes trabajen aislando y
            dividiendo los asuntos. Así es más fácil comprender separaciones constructivas
            entre subsistemas,  soporte y relleno,  conjuntos industrializados,  elementos
            arquitectónicos, y entre las acciones de diferentes agentes, compañeros de clase,
            técnicos especialistas, las incorporaciones de no expertos o usuarios finales. Además,
            separar procesos, aumenta en ellos la consciencia de la complejidad total de la
            arquitectura, ayudando a entender  que el proyecto concreto es algo exploratorio e
            inacabado, dependiente de algo más.  De momento, esto lo hemos probado con éxito
            aislando los formatos desde los cuales pensamos, trabajando desde uno solo en cada
            fase. Proyectar desde un formato único ayuda a centrarse, enseña a desarrollar y dar
            complejidad a las ideas y añade capas de intensidad al  proyecto.
            Los trabajos de esta publicación, además de trabajar desde formatos únicos,  han
            incluido también otras experiencias de separación. En este caso se proyecta, en una
            de las fases del ejercicio,  únicamente desde un rol determinado (p. ej: rol climático,
            constructivo o programático), para posteriormente y con la incorporación de otras
            personas, sumar las aportaciones y redefinir de nuevo el proyecto.

            3. Ritmar la comunicación.
            Se trata de posibilitar la comunicación entre todos los agentes  y a la vez pautar
            los momentos de intercambio. Comunicarse es imprescindible para compartir, sin
            embargo cada acción necesita pensarse con cierta autonomía e independencia.
            También hay que poder estar solo durante un tiempo. Combinar ambas cuestiones,
            concentración y comunicación, es decir mantener un  ritmo creativo, armonizando
            lo individual y lo colectivo,  es clave en este sistema de aprendizaje.

            En CoLaboratorio utilizamos un sistema divergente al inicio, que sirve de
            biblioteca colectiva, y deriva en un sistema convergente, en el que los alumnos se
            concentran seleccionando algunos asuntos de esa biblioteca compartida. Utilizamos
            sistemas de trabajo colectivo convencionales: trabajamos en equipos, con o sin
            decisiones compartidas, e investigamos en un mismo asunto, base durante varios
            cursos, buscando nuevas entradas y alternativas a un mismo problema compartido.
            La información generada se comparte, fomentando la confianza de que “el grupo
            produce”.  En todo caso, estos sistemas habituales, siendo muy útiles, no son los más
            efectivos. Lo mejor es hablar en el mismo idioma. Si nos comprendemos podemos
            negociar. El que todos los alumnos utilicen un mismo formato simultáneamente,
            además de concentrar las cuestiones, tiene esta doble utilidad: potencia
            automáticamente la comunicación porque se comparte el mismo lenguaje gráfico y
            se señalan los mismos asuntos  a la vez.
            4. Re-empaquetar de forma consistente.
            Significa relacionar los subsistemas aprovechando la inteligencia colectiva y las
            herramientas a nuestro alcance. Herramientas de comunicación (bases de datos,
            redes sociales…) y herramientas constructivas (referencias, catálogos,  industria…).
            Pensar en la participación de otros  y avanzar hacia la reversibilidad pasa por
            incorporar el mayor grado de  industrialización posible.




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