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financiera (o de otra naturaleza) del suelo, la financiación de la mano de obra, las
formas en las que se desarrolló la participación, los puntos fuerte o débil de la
participación, cuáles eran las ambiciones que se perdieron en el camino, como el
imaginario inicial se tradujo en forma y así sucesivamente. La pregunta es realmente
por qué no queremos aprender?
BA/GA: Zygmunt Bauman afirma que vivimos en una modernidad líquida donde
todo es efímero y cambiante. Este es un gran desafío para la arquitectura,
especialmente para la vivienda, donde todo está diseñado para durar periodos de
tiempo largos. La noción de tiempo y la idea de pertenencia han cambiado hoy en
día y esa transformación afecta directamente nuestros espacios de vida y casas.
Creemos que concepto Open Building es una respuesta estas nuevas necesidades,
debido a la idea de flexibilidad y adaptabilidad basada en la separación entre
soporte e infill. Esa idea también está relacionada con el tamaño de la casa,
la idea de casas prefabricadas diseñadas a través de un catálogo de elementos
intercambiables, entre otras soluciones. ¿Cuál es en su opinión el siguiente paso en
el diseño de la vivienda dentro del presente inestable descrito?
TS: Diseñar una vivienda que pueda adaptarse al cambio con el tiempo -por razones
personales, prácticas, ambientales o tecnológicas- es seguramente uno de los
mayores retos para el futuro. Cuando se trata de incorporar estas consideraciones
a largo plazo la adaptabilidad me interesa más que la flexibilidad; sobre todo
porque la idea de flexibilidad - ejemplificada con mayor claridad en el rápido
desmantelamiento y reconfiguración de partes - casi nunca cumple. Lo mismo ocurre
con la prefabricación, que a lo largo del siglo XX se ha anunciado como una cura
milagrosa capaz de resolver la crisis de la vivienda, proporcionando soluciones
personalizables a la provisión de viviendas masivas. Sin embargo, como Jeremy Till
y yo argumentamos en nuestro libro “Flexible Housing”, las consideraciones sobre
la prefabricación, la estandarización y la modularización en cualquier diseño se
conciben a menudo no para mejorar la elección o el empoderamiento de los usuarios,
sino que se convierten en una herramienta conveniente para que los arquitectos
controlen la forma global de un edificio - y por lo tanto limitan la participación y la
cooperación en los procesos de construcción . Mientras que los arquitectos de Le
Corbusier a Walter Gropius y de SOM a Buckminster Fuller han argumentado que
el uso de elementos claramente definidos en los procesos de construcción ofrece a
los consumidores un abanico de opción aparentemente interminable en el diseño
de la vivienda, la elección al principio tiende a centrarse en la producción de tipos
eficientes de construcción que a menudo carecen de consideraciones a largo plazo.
Por lo tanto, sí, enfocar el cambio a través del diseño y trabajar con esta modernidad
líquida (en vez de en su contra) podría ser un objetivo; sin embargo, parece crucial
no dejar de mirar más allá de las problemáticas inmediatas del diseño. A lo que me
estoy refiriendo es que la vivienda -ya sea flexible y prefabricada o no- ha llegado a
representar más un valor de intercambio que un valor de uso con algunos cambios
masivos en las últimas décadas, como por ejemplo en las estructuras de propiedad
donde las viviendas públicas existentes están siendo vendidas a propietarios
privados. Estas condiciones no pueden ser abordadas por diseños únicos de vivienda
que acomoden el cambio, sino que necesitan ser abordados a nivel estructural.
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