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La envolvente del conjunto está compuesta por una combinación de paneles sólidos
y de vidrio sobre el marco estructural, que pueden ser fácilmente desmontados,
permitiendo al usuario individualizar su vivienda. Las posibilidades incrementales y
la distinción legible y simple entre elementos portantes y no portantes, han permitido
que a lo largo de cuarenta años, la volumetría, interiores y fachadas hayan cambiado
considerablemente.
El complejo Next 21, construido en 1991 en Osaka, comparte características con la
propuesta de Steidle, siendo quizá el proyecto que sintetice de una mejor forma las
tesis de Habraken. En síntesis, el Next 21 puede describirse como una mini-ciudad
en altura, un gran esqueleto de hormigón de seis plantas con forma de “U”, sobre
el que se posan dieciocho viviendas de diverso tamaño y distribución, un jardín y
dotaciones colectivas.
Para la construcción de esta mini-ciudad se formaron dos equipos de arquitectos.
Un primer equipo a cargo de Yositika Utida desarrolló el diseño de la estructura
portante. Esta fue proyectada a partir de una malla reticular de 300mm, que facilito
la coordinación dimensional entre componentes constructivos, permitiendo el
montaje de un edificio “tecnológicamente flexible”. Sobre esta infraestructura
técnica, otro equipo formado por 13 oficinas de arquitectura distintas, diseñó cada
vivienda particular; esta separación de responsabilidades profesionales en dos
niveles no se había dado nunca antes en un edificio de vivienda colectiva.
El Next 21 es un proyecto paradigmatico, que demuestra la capacidad que ofrece
la arquitectura para proyectar a nivel urbano en tres dimensiones (Habraken,
2008). Entender el proyecto de vivienda colectiva como el diseño de un sistema
infraestructural básico, que mediante reglas y parámetros facilite la articulación
y relación de las diferentes partes del complejo, permite operar en dos niveles; la
arquitectura y el diseño urbano. Con la construcción del Next 21 se materializó el
concepto de Soporte en cuanto a forma colectiva interactuando entre la vivienda y la
ciudad.
Pese al éxito contrastado de experiencias puntuales, los planteamientos del SAR no
llegaron a implantarse como práctica generalizada, principalmente debido al alto
grado tecnológico de la propuesta y las reticencias por parte de la profesión para
aceptar la participación del habitante. La necesidad de reorganizar el sistema de
producción de la vivienda considerando al usuario, la sofisticación de las soluciones
técnicas adoptadas y las dificultades encontradas por la industria para responder de
manera individual al habitante, terminaron por provocar su declive.
No cabe duda de que el SAR dotó de contenido al concepto de Soporte. Sus
planteamientos sirvieron de marco teórico para numerosos proyectos posteriores,
contribuyendo a la investigación sobre intercambiabilidad y flexibilidad. Sin
embargo el excesivo énfasis puesto en la coordinación modular, derivó en el
desarrollo de estructuras de Soporte estandarizadas de alta especialización técnica.
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