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por arquitectos alemanes como Mies van der Rohe (Villa Tugendhat, 1928) o Hans
            Scharoun (Villa Schminke, 1930). Las cubiertas ajardinadas fueron utilizadas por su
            eficaz comportamiento como aislante térmico y además para contribuir al concepto
            general de la Ciudad Jardín Tridimensional. La abundante vegetación del conjunto
            hizo pertinente utilizar un sistema de almacenaje del agua de lluvia para usarla en
            el riego de los jardines. La vivienda colectiva proporcionaba además otras ventajas
            como poder compartir servicios más eficientes como la calefacción central y ACS o
            impulsar iniciativas propias como un plan de reciclaje del agua de bañeras y lavabos
            para el llenado de las cisternas en retretes que después se abandonó por problemas
            de mantenimiento. Algunos vecinos han continuado experimentando e incorporando
            nuevas tecnologías como calefacción por suelo radiante, proporcionada por
            colectores solares, calefacción mediante estufa de residuos sólidos o instalando
            paneles de células fotovoltaicas para producir electricidad. Pero entre los beneficios
            de la vida comunitaria no sólo está la gestión más eficiente de recursos, sino otros
            intangibles pero más importantes aún, como el refuerzo de la propia identidad,
            la cohesión social y el aumento de una conciencia ecológica, promovidos por un
            proyecto arquitectónico que ha alcanzado lo que los habitantes definen como un
            “alto nivel de habitabilidad”.



            El barrio tridimensional

            Poco después de la experiencia en Berlín, el arquitecto japonés Yoshitika Utida se
            embarcó en el proyecto NEXT 21 (1992-93) [i], un ‘barrio tridimensional’ en Osaka,
            promovido por la compañía de gas local. Siguiendo esta vez muy estrictamente
            la teoría de soportes de Habraken, Utida también separó el proceso de proyecto
            y construcción en dos fases, ocupándose él mismo de proyectar el soporte que
            posteriormente acomodaría hasta 18 ‘parcelas en el aire’, con sus correspondientes
            viviendas (2 dúplex y 16 pisos) proyectadas por otros arquitectos. El soporte incluía
            una estructura de hormigón de 6 plantas formando una planta en ‘U’ en torno a un
            patio, un sistema de accesos y circulaciones que ponía en contacto el nivel de la calle
            y el jardín de planta baja, con el jardín arbolado de la azotea, creando posibles rutas
            alternativas o ‘calles en el aire’ [9] como las pasarelas que comunican los extremos
            de las plantas 3ª y 5ª permitiendo una circulación alrededor del patio. La intención
            era que los habitantes pudieran recorrer el edificio de varias maneras y acompañados
            por la vegetación, como cualquier calle del barrio. Tanto la circulación de personas,
            como la distribución de instalaciones estaban integradas en la solución estructural.
            La planta baja está dedicada al mencionado jardín, al acceso, a un aparcamiento
            robotizado para 18 coches y a un local para exposiciones u oficinas.
            Su estructura se resuelve con un módulo cuadrado de 10.8m, que se reduce a partir
            en la 2ª planta hasta a 7.2m, generando otra crujía menor de 3.6m que al desplegarse
            en las dos direcciones, forma una malla de tipo Tartan (7.2+3.6m) -tan querida
            por Habraken- que sirve para diferenciar el área de movimiento de las viviendas
            y el área de circulación y servicios en la que también se situarían las escaleras.
            Esta separación no representa una frontera rígida, sino un margen flexible pues
            admitiría invasiones a ambos lados de la línea. Sin embargo, la diferencia sí se



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