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Generalmente, los programas más potentes disponibles actualmente pueden gestionar
una gran cantidad de información, pero realmente no asisten en el proceso de diseño.
No podemos culpar a los programadores porque no son diseñadores. Si los arquitectos
no pueden informales a ellos sobre los métodos que usan para diseñar no podemos
esperar más. Contemplando la necesidad de información de los diseñadores para los
programadores escribí dos artículos.
Uno de ellos se llamaba “Formsheet”, [2] siguiendo el principio de la “Spreadsheet”
(hoja de cálculos) para los cálculos. La hoja de cálculo pudo ser inventada porque el
cálculo era una habilidad conocida antes de que la digitalización fuese posible. En la
medida en que la metodología de diseño es explicita, puede ser digitalizada con éxito.
El artículo “Formsheet” pretende demostrar esto en la medida de mis conocimientos
metodológicos. El otro artículo lo escribí con mi ex-alumno, el arquitecto Willem
Langelaan, quien fue el autor de la “Archicad Master Library”. Defendíamos un
programa que fuera capaz de aprender la manera de trabajar de un diseñador de la
misma manera en el que un asistente aprende las prioridades y los hábitos con los que
trabaja un diseñador. [3] Esto solo es el principio, por supuesto, de un nuevo modo
de herramienta de diseño digital basado en un conocimiento metodológico especifico
de diseño.
AR: La participación de los usuarios ya no es un sueño utópico, tal y como ocurría en
la mayoría de las propuestas de los 60’. Ahora puede ser una realidad plausible. Nos
gustaría saber qué otros aspectos crees que han cambiado desde los 60’ que hayan
ayudado al desarrollo de la participación. ¿Crees que hoy en día hay más actores y
acciones que debemos sumar al proyecto arquitectónico?
JH: En efecto, ya no es un sueño utópico. En los últimos veinte años cada vez
más proyectos de Open Building han sido implementados exitosamente. La Red
Internacional [4] de Open Building con XX miembros de XX países ha promovido
los proyectos de OB y ha intentado realizar un seguimiento de ellos, puesto que se dan
más frecuentemente. De hecho, tengo la sospecha de que muchos proyectos se llevan a
cabo de forma espontánea por personas que nunca han oído hablar de OB. Esto es algo
bueno, pero aún no ha sido percibido por los profesionales de las corrientes principales
o por los críticos que identifican nuevas tendencias en la arquitectura. Profesionales de
todo tipo, diseñadores, gestores, constructores, banqueros, promotores llevan más de
un siglo operando de arriba abajo y el cambio de las formas de trabajar es arriesgada y
se evita instintivamente. Llevará un tiempo hasta que esta cultura cambie. Pero todas
las señales apuntan a que lo hará. Pero nos queda un largo camino que recorrer.
AR: Tenemos mucha curiosidad sobre tu situación en los sesenta. Durante los sesenta
hubo otros arquitectos desarrollando algunos procedimientos de participación
ciudadana, como por ejemplo el “Flatwriter” de Yona Friedaman o los sistemas
de personalización de Cedric Price. Desde nuestro punto de vista, dos grandes
diferencias te distinguen de ellos. Una es que tu propones un sistema de trabajo y no
una nueva tipología, es una metodología, no una solución formal. La otra es que tú
has llevado tus teorías a la realidad. ¿Estás de acuerdo con estas dos aproximaciones
a tu trabajo? ¿Cuáles crees que es tu posición entre las vanguardias utópicas de los
60’? ¿Te ves a ti mismo en ese contexto?